17 de noviembre de 2005

Cochina


Sombrío final de lágrimas devastadas por la oscuridad de tus pupilas.

No puedo volver atrás y mirarte odiar mi regreso.

No puedo olvidar que un día entre rosas y plegarias, el silencio se mostró cautivo y la desgracia del ciego se agotó en la luz, que de tus hombros reflejan al morir.


Déjame caer, entre las nubes que enlazan la distancia de los vientos lejanos y fríos.

Demostradme que estoy vivo, que ante el día no he muerto.

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