24 de noviembre de 2005

Perdición

Coloquios enardecidos por la furia urbana.

Nadie encuentra las respuestas para el hambre senil.

Sabés bien negra mía

que los lobos salen solo cuando duerme la ciudad.

Los he visto, andando impunes,

escudados por las sombras de las calles deshabitadas.

Feroces, mordaces y siniestros,

van acopiando el brillo de los que amanecen bajo tierra.

Te buscaría entre las injusticias del sistema,

agobiarte de ilusiones “todo va a cambiar”.

Pero es blasfemia agotada en la mirada,

que nunca me mira a los ojos.

Carencias de intrusos glóbulos blancos,

alegan que siempre fuiste dulce,

y lo dulce siempre ha sido mi perdición.

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