
Y el tiempo se le acabó.
Terminando oculto en un ropaje oscuro, sin dirección ni decencia. La experiencia le costó caro.
Mostrando el lunar sobre el pupo, camina hacia destinos ocultos, soberano de la esperanza de ser algún día profeta en su tierra.
No habrá divinidad malévola que detenga el paso del mono.
Ni habrá sinceros recuerdos que mistifiquen el final. Yo he preguntado muchas veces ¿cuantas estrellas tiene tu bandera?... ¿cuantas derrotas flotan en tus recuerdos?
Yacen ahí mil hombres blancos. Yacen sombríos sobre nubes de toxica entraña.
La mentira abrió sus fauces y el destino definido ha quedado.
Trampas, bellas armonías, te miente, sonríe y entregaste.
Te dice “no temas”, pero puta! Tendrás que sufrir el temor helado en los huesos. Tendrás las marcas del fin azul entre pliegos de la piel vieja de tu ignorancia.
Todos seremos hoy, la bestia que te aturde.
Todos seremos testigos y culpables.


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