Los turquitos del sur se miran con los turquitos del norte y se preguntan por la lluvia, por las peras y el viejo cuento del niño dios.Aquí todos se mueren del susto o por las garras de un triple seis peinado y decente.
Lloraría con las piedras en la mano, lloraría sobre tu tumba mi falso hermano.
Pero bajo unos olivos fumo tranquilo y divido la tierra toda para mi.
Y la cresta no es de aguerrido punk, no señores.
Es el cuento del alambre, que así se hacen castillos y colonias. Que así se ganan las guerras de trastienda.
Y uno de cada tres te dice algo poco relativo y el cerdo en el olivo, fumando tranquilo.
Y yo que cargo audaz unos diamantes para limarlos en una plaza pública, te miro y te deseo el fiero anhelo del hambre de desierto.
Volcarte al destino de la sal, que la arena te devore, sepultando tus maldades para que el mundo te recuerde como el demonio que azotó los pueblos del sur y los pueblos del norte, que duerme ahora y al fin.
Sálvame hermano de las criaturas del otro lado de la línea, que me libren del demonio del azul silencio de la vida misma y la viuda que me mira y me pregunta por mi compañero. Que suerte la mía estar parado al frente, al frente del mismísimo Satán.
Pero el pecho se me infla y la banderita colorada en mi corazón que también es rojo y un poquito azul.
Latitud 33º long 123º ahí en medio del desastre una fofa bomba empollada eternamente.
Si debajo de los pies, a metros del Gran Satán y con la viuda golpeándome el vidrio, una y otra vez.


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