
Silencio.
Escucho suave y lenta tu voz.
Silencio.
Ya no hay tiempo para preguntarte otra vez.
¿Quien será testigo de este eclipse nocturno?
Los pájaros se van hacia distancias inalcanzables, huyen del dolor, de mi dolor.
Tristeza, la noche se ha ido.
Quiera Él que todo se vaya y deje desolado el corazón.
Te recuerdo mirar dentro mió.
Me dijiste “sos mi gurú”, pero solo quería ser tu amante.
Conocer la línea de tu espalda. Desterrar tus demonios y al dolor.
No queda nada de lisérgia en mis pupilas.
No queda nada de rock, nada de lujos, nada de penas.
¿Quien quiere vivir así, sin cartas en la manga, sin esperanzas de verte brillar en mi cuarto lleno de sombras y olvido?
Me arropas, mientras miro desde mi cama tu cuerpo ocultar la desnudez entre la bambula y el lino claro.

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