28 de abril de 2006

La quimica de tus descuidos

En el final de la noche de luna amarga, el recelo te lastima los ojos de fuego y te alivia yendo al final de tus deseos arropando tus instintos.

No tengo mucho que perder, no tengo nada para dar, solo el rencor mestizo que me lastima las venas y se desquita con el recuerdo de verte mirándote mirarme.

Si fuera este filo tu destino, idolatraría tus demonios y te atormentaría por las noches, cuando estas sin nadie, entre la anatomía y la química de tus descuidos.

Pero no tengo mas que soportar, ni tu sombra, ni tu desprecio. No tengo mas que develar que el tiempo todo lo mata. Y antes de que la saliva se oscurezca, te voy a devorar, entre las fotos que atestiguan el olvido de mis pasos.

Y me muevo… entre las sombras que siempre saben ocultar el maquillaje que me transparenta ante el olfato de perros de narices respingadas.

Quien te puede anoticiar, de lo trágico del momento.

Quien te puede hacer notar, el destierro que al final, la tragedia nos regaló sonriendo, mientras mirabas el solsticio de noche de luna amarga desde un balcón de Congreso.

Renté una mentira que me decía lo que quería, cada vez que mis labios devoraban la realidad a todo color.

Nadie es culpable de la culpa de tu corazón!

Y después, cuando los tipos sensibles te acobarden, cuando descubras que no todas las lluvias mojan, sabrás que al final los lobos están hambrientos.

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