Soberano del destino
destierro la desgracia,
como lobo moribundo
que ajeno acuesta su rostro
y descansa.
Sorprendente linaje
de fieros ladrones de cuernos vivos,
acreditan mi prestigio
e irrita la tragedia artera.
Nadie tendrá mi sangre,
ni los vientos furibundos
que arrastran los pies hasta aquí
ni el fantasma que ronda mi cuarto.
Dormido quedarás,
dormido fenecerás
entre sabanas de falso lino
y al solaz de un tibio amor.

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