La fatalidad, como una moneda que se encuentra en la calle, como un diamante que llama a lo lejos, con el brillo filoso y frío, así me topé con ella, dejándome caer, dejándome poseer.
Sin la luz que suele volver todo gris, supe inmediatamente a donde moriría.
Secretos que no quiero contar. Pero todo esta dicho, casi antes de tiempo, de mi tiempo.
La noche me abraza, como me abraza un bello fantasma blanco de cabello negro y mirada clara.
Su espalda, si solo pudiera descifrarla, secretos que no quiero contar.
Lenguas que dejan rastros de feromonas sobre mi cuello y el amor que aflora por debajo de la cama, iluminándola, llenando de gracia mi oscuro y frío cuarto.
Regreso al principio, donde todo era azul y el azul no existía.
Bellas memorias que se pueden leer en el iris de tus ojos.
Mostrame tu destino, decíme donde vas a morir.

No hay comentarios.:
Publicar un comentario