5 de octubre de 2006

F. P. A.


Tanta tristeza desahogada en esas lágrimas que no ceden mas.

Tanta agonía para al final terminar así, en silencio y frente una pared.

Un soldado se acerco hasta a mi y ya maniatado puso una tela clara sobre mi rostro y se retiró.

Estuve parado en silencio y sin escuchar mucho casi una hora, hasta que al final un vehículo rompe el silencio y se oye a soldados que se acercan hasta mi posición.

Deduje, será el pelotón de fusilamiento.

Supongo un oficial, se dirigió a mi como el inadaptado. Seré castigado por el brazo psicópata del estado transgresor.

A puro balazo moriré.

Escuche como se alineaban y tomaban su posición.

La orden. El grito.

Apunten...

atentos...

fuego!

Se aflojan mis piernas y sigo erguido por mis ataduras.

Los ojos nunca fueron cerrados, mi mente no se apagó.

Las memorias, los olores y el espiral que brillaba en plena oscuridad.

Mi madre, mi hermana Ana, mi perro Juan, mi abuelo, la escuela, Irma... la luz.

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