
Tanta tristeza desahogada en esas lágrimas que no ceden mas.
Tanta agonía para al final terminar así, en silencio y frente una pared.
Un soldado se acerco hasta a mi y ya maniatado puso una tela clara sobre mi rostro y se retiró.
Estuve parado en silencio y sin escuchar mucho casi una hora, hasta que al final un vehículo rompe el silencio y se oye a soldados que se acercan hasta mi posición.
Deduje, será el pelotón de fusilamiento.
Supongo un oficial, se dirigió a mi como el inadaptado. Seré castigado por el brazo psicópata del estado transgresor.
A puro balazo moriré.
Escuche como se alineaban y tomaban su posición.
La orden. El grito.
Apunten...
atentos...
fuego!
Se aflojan mis piernas y sigo erguido por mis ataduras.
Los ojos nunca fueron cerrados, mi mente no se apagó.
Las memorias, los olores y el espiral que brillaba en plena oscuridad.
Mi madre, mi hermana Ana, mi perro Juan, mi abuelo, la escuela, Irma... la luz.

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