22 de octubre de 2006

Hotel

Y después de que el reloj me escupe la cruda realidad, me quedo mirando los autos que pasan sobre la avenida, sentado en el cuarto de hotel y en silencio, escondido a medias en las penumbras que retacea la imagen de un televisor mudo. Y me pregunto, a donde fue a parar esa grandilocuente bendición a mis penares.
Cerré mis ojos queriendo dormir, pero algún vicio tardío no me permitirá conciliar el sueño, después de varias tabletas al final postrado e inmóvil, el sol me quema las pupilas que por horas se mantuvieron abiertas enfocadas al techo y a su mancha.
Después me dirán que soy un cobarde que huye al destino y a su dulce veneno.Pero no. Prefiero que la soledad siga siendo mi ultima compañía. Ser su victima preferida, hacer el amor con ella entre sombras, en la calle, en un rincón de mi oficina, donde ella me llame, donde ella desee.

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