
Graniza afuera y la piedra aérea destruye todo lo que golpea.
El cielo gris y la lluvia, anteceden la tragedia de encontrarme despierto a esta hora.
Las líneas borrosas sobre un espejo, me aclaran que pastillas no, al menos no por hoy.
Serán todos los santos, esos santos que me tuercen el brazo cada vez que deseo huir.
Y ante tanto meloneo dramático y sin sentido, me dejo arrastrar, devorar, por esta furia incontenible.
Son historias que se desvanecen en la calle húmeda y gris, como luces que pierden el brillo lentamente.
Y ante ese paisaje me quedo sentado mirando por la ventana empañada, la gris mañana, el silencio de los transeúntes que esconden su cabeza del viento frío y las preguntas ensañadas que de niño le hacia a todo.
La libertad por fin mostró la otra cara y sonreí.

No hay comentarios.:
Publicar un comentario