30 de diciembre de 2006

Roca sangrando

Cierro los ojos y solo escucho el viento, abrazar mi montaña, caminar por el desierto.

El sol sonríe con todos sus dientes, el brillo quemando cada pupila y los pulmones se secan, entre rocas de colores ardientes.

Y los pasos que se han dado, se libran como batallas alcalinas, de sábanas de arena blanca y el pelo negro que flota y oculta, esos besos nunca dados, esos tiempos ya olvidados, en donde el sueño era mas que un paseo y el olvido un viejo trapo.

Ya no anhelo.

Ese rojo carno – labial que tanto ardió en mis sienes jóvenes, hoy se presenta indiferente y locuaz.

Prefiero el ron, otros vientos y el clamoroso sin fin de mis secretos oscuros.

Pocos saben los lunares que oculto, pocos tienen una roca sangrando en la cocina, latiendo y a los gritos, puteando mi existencia burda y sin sentido.

Por eso me quedé solo esa vez.

Hoy no dependo de una ninfa que me sobe todo el tiempo, ni pretendo cruzar puentes y estrechos para que el rosa me quede bien.

Pero de verdad sospecho un futuro sin estrógeno y a puro eufemismo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

alucinante, digo, alunizante. bah. gracias.