27 de enero de 2007

Pangea

Y aunque ella no quiera va a perder el control.

Mil ideas dando vueltas, todas doradas y con punta filosa que se clavan en sus sienes y no puede llorar mas.

Que penurias deberá sortear, si de un disparo un día...

La agonía de escalar montañas enanas y sentirse pobre con tanto delirio adinerado.

Tu pena por mi pena, te doy mi redención bajo el techo de tu iglesia. El acto más benévolo que mi débil claridad me permite despilfarrar, solo por amor.

Tus labios, tarde susurraron el secreto, de verte desnuda y al viento, entre los rayos de tormenta que golpean el asfalto y el polarizado que nos oculta en secreto del móvil policial que titila cerca y se va.

Los latidos son el auspicio del final prodigioso de tu pangea pintada en la remera.

Acaramelada, tibia como un pájaro dormido en su nido, sueña mirando los edificios que zumban a mi paso raudo.

Y la observo y me pregunto sobre el destino de sus lágrimas y ese aullido nocturno que a escondidas lamenta para si.

Las montañas pasan, los tiempos pasan, tus virilidades femeninas pasan y mi viejo truco se desnuda, a toda luz y en público.

No hay comentarios.: