Ayer llegó una carta, pensé en otra cuenta retrasada, otro aviso de corte de servicio, otra amenaza legal.
Me había equivocado, era mi inefable amigo Ferbes, quizá el único que se anima a hablar conmigo libremente de sus pretensiones personales.
Lo cierto es que después de un largo tiempo sin saber de él, escribió una carilla, la cual con su permiso la incluyo textualmente en este espacio.
Entonces viene
Deberías matar tus dogmas o permitir que mueran, al menos mientras sigas joven. Después nada importa, menos tus putos dogmas.
Amen.
Rosario, 9 de abril.
Querido Pedro:
Penetración. Eso es lo que busco. Penetrar cualquier agujero. No me importa si es de un hombre con pelos en la espalda, ni siquiera si es el de una anciana casi muerta. Solo quie
ro penetración.
Sentir el ano abrirse ante el paso de mi glande brilloso y orgánico. Escuchar con las orejas cerca, el primer gemido de dolor.
Penetración.
El sudor femenino me encanta, lo prefiero siempre, aunque a veces un señor misterioso y oculto en la mirada, también me agrada.
Sobre todo los domingos, cuando salgo de
No soy un puto que se deja coger, no entrego el culo. Coger para mi es coger lo que venga, con tal de coger, como cuando tengo hambre como, duermo cuando tengo sueño y coger es todo el tiempo.
El mejor recuerdo que tengo de esas peatonales es cuando una pareja que vió de que venia la rola me invitó a su casa.
Ambos eran mayores quizá la mujer que aparentaba ser mas joven alcanzaba los cuarenta y cinco. El tipo era gordo pero tenía buen aliento.
Lo raro era ver como su mujer se calentaba al observar al marido arrodillado, engolosinado con la pija que dejé colgando ese día en la alfombra de su living. Pidió su turno y se hizo cargo del asunto. El se sentó, bebió de un vaso y sonrió.
Se echó hacia atrás y me dijo, “cogela por el culo si querés, pero no le acabes en la boca”. Prohibición, que locura, pidió FIST FUCK pero me negué.
Coger un matrimonio que olía a aburrimiento y hacerles un bien al traerles la novedad multiorgásmica a su hogar, mi buena obra del día.
Fue el summum del sexo, el equilibrio justo entre la dominación humana y el deseo privado, despropósito anacrónico que subyugó a los califas más sedientos.
Por eso vivo solo, por eso no me establezco, porque no tolero mucho tiempo ni a hombres ni a mujeres, o te quieren reducir a servidumbre o te quieren reducir a esclavitud, depende del amor, de cuanto dura el deseo.
Por eso no amo, nunca amé, al menos eso recuerdo. No soy un tipo con buena memoria.
O quizá los amé a todos y a todas, a cada uno que me paró el culo o me dio la espalda.
Sobre todo a ese que me cogí cerca de casa una noche de horrible necesidad.
Me contó que era rugbier y que fantaseaba que un tipo flaco se lo coja. Decía que todo el tiempo se caminaba el equipo completo y a veces al cuerpo técnico. Pero se quejaba que todos eran unos cerdos embrutecidos por tanto golpe y putos por tanto franeleo de macho embarrado.
Esa noche cuando terminé lo abracé y me quedé en silencio, sin salir de él. Me pidió que le orinara dentro y lo hice.
No es mi recto, pensé.
Ferbes

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