Y esa tarde me pidió que le firme rendición, elaborado desgano entre tantos lobos mirando alrededor de mi cama. Y le ofrecí la puerta, el adiós, el olvido.
El aire temblaba y los pies me ardían en el destierro de 
Carla, penas solo no has de llevarte. No seré desagradecido, no se olvidarán los besos sedosos de marzo. No se perderán los ecos ni los rugidos de leona generosa, de soles sin espera.
Un día desperté de madrugada y ella dormía, sonreía y murmuró “te quiero Pedro Lima”.
Lo sabrás. Prefiero el ron.

1 comentario:
Te quiero Pedro Lima...
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