Ya no hay frío.
Ya no hay ardor.
Ya no pesa ni sostiene,
ya no brilla ni oscurece.
Ya nada.
Y a tus ojos miro y no encuentro lo que antes conmovía.
Y en tus brazos yo me encuentro perdido y solitario.
Después vendrán los días de pena.
Después no estarás.
No se como explicarte,
ni temo hoy decirte que el amor solo es parte,
de un pasado viejo y repentino.
Muchos golpes y raspones,
mucho maltrato pérfido y gratuito.
Uno se cansa.
Uno se harta
uno se pudre
casi como una vieja pera al sol.
Y extraño.
Extraño a esa otra que solo me besaba.
A esa otra que solo me tenía para ella.
Esos días tan felices.
Éramos solo nos. Octubre trajo flores.
No había odio ni rencor,
no había insulto ni perdón, no había ardor y el amor brillaba en la oscuridad
y en ese entonces a nuestro alrededor no había nada, ni nadie.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario