11 de noviembre de 2005

Lengua Bífida



Día I

Mirá mi amigo, los peores rencores son los que te cosen la boca cuando queres gritar tu dolor al viento.

A veces, cuando la noche se muestra solemne y distante, suelo despistar a los ángeles perdidos mirando las tetas de alguien.

Quien sabe, todos tienen pito o cotorra.

Día II

Ayer pisé descalzo y hoy tengo cagazo de la pegada de iniciales y el dolor y la pasta que nunca se termina hasta que un resfrío te mata como al peor.

No se si fue desesperación cruel, pero aproveché y le robé una uñita al sicótico para ver que se siente no estar entre los presentes.

No se, seguramente estoy pudriéndome, después de tanto tiempo de exposición al horrendo mundo del Estado.

Quien sabe lo que se sufre dentro. Cuando todos tienen la lengua bífida asomando por la comisura de los labios, te sentás a esperar que los caníbales te miren el jamón y preparen la salsa para la súper promo de pancho+coca.

Día III

Hoy vine y estaba Negrita mirándome con sus ojos de loba sin freno y pensé en desolarla, mostrarle la carne acostumbrada al solsticio.

¿Que pensás Negrita?

¿Quien te dijo que yo tenía suficiente recelo para que la gente vea mis medias?

Negrita, aceptá la derrota.

Pero ojo, unos tiros no hacen la guerra, aunque puede despoblar a cualquier corazón que se trate de eunuco o porfiado amor seco, lleno de cizaña, de ausencia de placer y de tristes oleadas de recuerdos duros y no tan lejano olor a muerte.

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