
Sin pensarlo mucho, las cartas mostró.
Decadente y ajeno, el tiempo lo bautizó.
En una tina de vidrio, de Vino tibio y sin dolor.
Sabía que traía entre manos.
Conozco su estilo “Mogo”, la luna y el silencio acompañando la tragedia de nacer de éste lado del sol.
Colgando de ésta rama, su negocio bien cansino hizo. Muchas deudas, algún enemigo innecesario y las fotos de la Coca/69 en su espejo colgó.
Ya vendrán tiempos mejores, Oscarcito.
El calor derrite los relojes y el tiempo paraliza el veneno.
La sangre y el estío marcaron a fuego tu destino. Ya nadie más te mirará a los ojos sin sonrojar.
A ese, que las huellas dejaron a pié, seguirá frotándose la piel.
Allanado, con el paquete y la tortuga. Desconocido, entre los mimbres y orientales, a su mujer dejó mirando un álbum de fotos “memorias verano 96”.
Recuerdos que llegan mientras otea el mar.
Remolones de placer, con la tele al pie y los nenes en lo de la tía Nora.
Esta noche será de las mas encumbradas.
¿Y yo? ¡El prolongador!

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