Atenta a la moda se enfunda en leopardo gomo.
El culo era turgente y las tetas haciéndole juego.
No había perro que no quisiera ladrarle y yo era un perro de esos.
Una tarde conocí la prima y a su adorable fascinación por las sesiones matiné.
Atados a la cama y al gomón, ardimos las cortinas riendo de alcalino estilo.
Transpirando las sabanas, la gula y la energía aceleraron la guerra aletargando todo lo que giraba alrededor.
Y sí. Así fue esa noche. Todavía me duele el orto.
¡putas degeneradas!.

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