
Apelmazado como una polilla me senté a tu mesa de cristal, irrumpiendo el silencio la copa fue tu descaro.
Pobre la huérfana. Pobre por vos.
Sentado a la mesa no importó invitado alguno. La grosería suele ser tu mejor actitud y esta es la oportunidad perfecta para hacer gala de tus privilegios.
A veces este tipo me harta.
Pobre huérfana. Si pudiera rescatarte de este desquicio, llover analgésicos del cielo multicolor. Devorar el dolor que te aqueja. Darte otro trapo para el gran juego, este gran juego que te ha mostrado cartas bajas en esta mano.
Lo veo y a veces desprecio, pero no puedo.
Es como querer romper un espejo.

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