Cerrando los ojos la besé mientras me mostraba su tatuaje. El cabello enmarcaba la belleza pura y rea, tan femenina, tan niña.
Ojos tibios de beso suave y el ondular del mar que mece su aura.
Relajada y lánguida, mostró en su cuello los surcos de la tinta y el réquiem a los dolores.
Bonanza.

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