Alguna obviedad es a veces indispensable.
sobre todo cuando te inicias en
una sutil paranoia, que mece los temores como un péndulo delante de los ojos bien abiertos.Nadie me había dicho que todos los pozos eran negros y que el mío era el peor.
No había foco, ni vela, ni bela, ni bhela, ni penumbras siquiera.
La oscuridad era algo y mi pozo carecía hasta de eso.
La nada absoluta no es siquiera nada.
La nada es nada.
Y si, morir a veces puede ser un trampolín para la desgracia.
Pero no le temo al futuro.
Prefiero ahogarme en el rústico misterio de una mujer joven, perder el tiempo a la orilla del río, nadar en mi cascada secreta, donde llevo algunos íntimos que me ven flotar como una foca.
Es que el sol de las montañas es mas benévolo que ese que quiebra el asfalto lo derrite hasta hacernos a todos sopa; en este caldo infernal de polvo y maldad. De imagenes católicas y la pobre estrechez de esta pasividad siestera de mi pueblerina realidad.
La nada no es nada. Ni siquiera en este barrio.

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