Descubriendo zorros que cruzan la ruta nocturna y las luces en la distancia me alertan del destino.
Un burdel de mala muerte, el foco rojo arriba de la entrada y camiones detenidos en el tiempo.
Patricia dijo llamarse. Del Chaco venía, trayendo pétalos sobre los pechos y mentas
entre la lengua y las mentiras.
Tráficos de Santiago y la piedra que aprieto en mi bolsillo, descubriendo ángeles a la ladera de la ruta.
Vidas difíciles, a la espera de la redención.
Ojos quietos que no quieren ver nada ya.
Patricia dijo llamarse y tenía el espíritu cansado, agotado de tanta soledad.
La noche me dejó hablando con ella a solas, lejos del ruido y de su patrón. Deslizó tentaciones, besos tibios y un cigarrillo chino que me dejó pitar.
Los camiones se detenían o seguían su camino y yo parado al lado de la ruta, con un ángel que era un personaje mas en el tráfico de Santiago, ocultando los dolores detrás de un maquillaje roído y viejo.
Velas que se prenden para algún santo y yo que regreso, pensando en las vidas difíciles, más difíciles que la mía, más merecedoras de la redención que no llega.

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