31 de enero de 2007

Despojando el sueño moro

La cuadricula del secreto entre lados oscuros y esos dientes filosos que brillan en la pantalla atolondrada de las tres de la tarde.

Es de su estilo anticipar y esta vez lo dijo por cadena nacional y a la vista de todos, otros dados mas, mas de esos que le arreglan sus problemas otra vez, a sentarlos en el médano rascándose la pera, viendo donde cae el sol.

Que penares suelen enterrarse ahí, de calor y quemazón de ardiente fuego, de trogloditas acartonados de papel aluminio, el secreto antimisiles y su fiel sentido colonial.

Y les piden “no hagan más, quédense quietitos, déjense matar".

La verdad del subconsciente atolondrada como una puta endrogada martiriza con que los malos son morochos y los rubios todos amigos de este galán suicida que cuenta chistes detrás del águila calva.

Mentiras, todas mentiras, así me pintan la vida en una seguidilla de frases amaneradas pero aguerridas y sueñan en lo mas oscuro quedarse con toda la tierra, despojar al sueño moro del mas humilde de los deseos, pretender mantenerse vivo, aún con tanto avión a chorro escupiendo fuego arriba de uno.

Si viejo, el otro día leí las viejas nuevas, de avances en el sur, de retrocesos en el norte.

Dicen que la mayoría de los yanquis caídos son latinos.

Son todas cartas marcadas, de ruletas feroces de hombres sin escrúpulos, que quieren todo y dan poco.

La cuadricula del secreto, de ese secreto degollado, en ascuas y escondidas. No le dieron de comer, esa noche no comió. Lo ultimaron con el estómago vacío.

Dicen que un sargento se aprovechó de la cena y le dejó un pedazo de pollo mordido.

Por eso te digo, no pretendan que sonría.

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